viernes, 17 de marzo de 2017

Migrantes haitianos en riesgo de ser reclutados por el narco, alerta activista

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MIGRANTES HAITIANOS EN RIESGO DE SER RECLUTADOS POR EL NARCO , ALERTA - ACTIVISTA

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El presidente del Comité Ciudadano en Defensa de los Naturalizados y Afromexicanos (CCDNAM), Wilner Metelus, asegura que la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca cambió los planes de “cerca de 7 mil 300” migrantes haitianos que viajaron a Baja California con la intención de ingresar a Estados Unidos, pues ahora muchos prefieren quedarse y buscar trabajo en México, pero carecen de documentos.
En entrevista con Apro, el activista advierte que si los haitianos no pueden conseguir trabajo por su situación legal, muchos terminarán en la calle y sin recursos, y se convertirán en reclutas potenciales de grupos criminales.
“Sabemos que los grupos criminales existen y podrían secuestrarlos o proponerles chamba. Hay ‘coyotes’ que están llegando cerca de los albergues para ofrecerles cruzar la frontera. Los haitianos no creen en eso, pero aun así existe el peligro en este sentido”, sostiene Metelus. “Y ¿qué va a pasar si se deteriora más la situación?”, pregunta. Él mismo responde: “Podríamos llegar al nacionalismo y al odio”.
En Tijuana, Baja California los albergues se encuentran saturados y no todos tienen recursos suficientes para dar comida a los migrantes. Además de los haitianos, cuya estancia no tiene fecha de salida, esos centros deben ofrecer un techo a cientos de desplazados mexicanos que buscan asilo en Estados Unidos, y a decenas más que son deportados cada mes.La semana pasada llegaron a la ciudad fronteriza alrededor de 40 haitianos, y otros cientos siguen varados en Nicaragua y Costa Rica. Ellos, según Metelus, “van a seguir su camino porque todavía creen que habrá una amnistía para quienes estén en la frontera”.
El activista dice que varios migrantes deben buscar un alojamiento por sus propios medios, ya que el próximo mes saldrán de los albergues. “Muchos ya están viviendo en sus propias casas, pero viven entre 10 u 11 en un cuartito, no son buenas condiciones”, expresa con preocupación.
Añade: “Muchos están buscando trabajo, ya sea en la construcción, en restaurantes o en trabajos de limpieza. Algunos van a buscar trabajo en empresas, pero no tienen permiso. El gobierno mexicano dice que les va a entregar visas humanitarias, pero para ello tienen que presentarse con su pasaporte y la mayoría no lo tiene”.
Desde que inició la crisis migratoria, en mayo pasado, Metelus multiplica los llamados para que México pida apoyo a la comunidad internacional. El gobierno debe negociar urgentemente con las autoridades de Haití para agilizar la entrega de pasaportes, ya que el trámite tiene un costo que rodea los cien dólares, apunta.
La semana pasada algunos migrantes iniciaron la construcción de casas en el Cañón del Alacrán, en Tijuana, cerca de la iglesia evangelista Embajadores de Jesús, que el pastor Gustavo Banda convirtió en albergue improvisado durante la crisis migratoria.
Sin embargo, el jueves 9 las autoridades detuvieron las edificaciones debido a que se encuentran en zona de riesgo.
“La sociedad civil de Baja California sigue ayudando, pero no como antes”, observa Metelus, y asegura que los haitianos “son buenas personas, no representan una amenaza para nuestro país”.
En enero disminuyó de manera drástica la entrada de migrantes haitianos y africanos por Tapachula, Chiapas. De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Migración (INM), 516 personas se presentaron ese mes como ciudadanos haitianos y otras 13 como congoleses.
Un mes antes llegaron a México 2 mil 211 personas originarias de Haití y de República Democrática del Congo, mientras que en noviembre arribaron 2 mil 600 y en octubre 3 mil 442. Hasta finales del año pasado, muchos de los haitianos ingresaban a México como originarios de la República Democrática de Congo, con la idea de que eso los protegería de un proceso de deportación.
Mayo fue el mes en el que empezaron a llegar diariamente a Baja California decenas de haitianos y africanos provenientes de Sudamérica, sobre todo de Brasil, y con el paso de los meses los grupos crecieron por centenares. En Tapachula, los agentes del INM les otorgaban documentos válidos durante 20 días.
En las primeras semanas los migrantes acudían a las garitas fronterizas y enseguida obtenían una entrevista con las autoridades migratorias de Estados Unidos.
Los haitianos no fueron deportados ante las pésimas condiciones económicas y políticas en su país, pero ante la inminente llegada de miles de ellos a Estados Unidos, el gobierno del expresidente Barack Obama reanudó las deportaciones a Haití el pasado 22 de septiembre, y de manera paralela las autoridades migratorias redujeron el número de entrevistas concedidas cada día. Eso provocó una crisis migratoria en las ciudades fronterizas de Baja California, que se convirtieron en embudos.
Y, aún más, desde que Trump ganó la presidencia estadunidense, el pasado 20 de noviembre, “no hay ningún haitiano que cruza la frontera”, afirma Metelus.
De acuerdo con sus cifras, las autoridades de Estados Unidos deportaron mil 800 haitianos desde el 22 de septiembre, y en los centros de detención migratoria se encuentran 4 mil 300 personas en espera de ser retornadas a la isla.
Si la situación no mejora en el país del norte, el activista anticipa que el gobierno mexicano también deportará a los migrantes a Haití, nación que sigue padeciendo los estragos de los desastres naturales –el terremoto de agosto de 2010 y el huracán Matthew, el pasado 4 de octubre– y la inestabilidad política.
“Los haitianos que llegarán a Tapachula serán ingresados a los centros de detención para ser deportados, pero ahí hay más de 60 mil que viven en campos de refugiados, y el 80% de la riqueza de Haití depende de la ayuda internacional”, finaliza el activista.
La semana pasada llegaron a la ciudad fronteriza alrededor de 40 haitianos, y otros cientos siguen varados en Nicaragua y Costa Rica. Ellos, según Metelus, “van a seguir su camino porque todavía creen que habrá una amnistía para quienes estén en la frontera”.
El activista dice que varios migrantes deben buscar un alojamiento por sus propios medios, ya que el próximo mes saldrán de los albergues. “Muchos ya están viviendo en sus propias casas, pero viven entre 10 u 11 en un cuartito, no son buenas condiciones”, expresa con preocupación.
Añade: “Muchos están buscando trabajo, ya sea en la construcción, en restaurantes o en trabajos de limpieza. Algunos van a buscar trabajo en empresas, pero no tienen permiso. El gobierno mexicano dice que les va a entregar visas humanitarias, pero para ello tienen que presentarse con su pasaporte y la mayoría no lo tiene”.
Desde que inició la crisis migratoria, en mayo pasado, Metelus multiplica los llamados para que México pida apoyo a la comunidad internacional. El gobierno debe negociar urgentemente con las autoridades de Haití para agilizar la entrega de pasaportes, ya que el trámite tiene un costo que rodea los cien dólares, apunta.
La semana pasada algunos migrantes iniciaron la construcción de casas en el Cañón del Alacrán, en Tijuana, cerca de la iglesia evangelista Embajadores de Jesús, que el pastor Gustavo Banda convirtió en albergue improvisado durante la crisis migratoria.
Sin embargo, el jueves 9 las autoridades detuvieron las edificaciones debido a que se encuentran en zona de riesgo.
“La sociedad civil de Baja California sigue ayudando, pero no como antes”, observa Metelus, y asegura que los haitianos “son buenas personas, no representan una amenaza para nuestro país”.
En enero disminuyó de manera drástica la entrada de migrantes haitianos y africanos por Tapachula, Chiapas. De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Migración (INM), 516 personas se presentaron ese mes como ciudadanos haitianos y otras 13 como congoleses.
Un mes antes llegaron a México 2 mil 211 personas originarias de Haití y de República Democrática del Congo, mientras que en noviembre arribaron 2 mil 600 y en octubre 3 mil 442. Hasta finales del año pasado, muchos de los haitianos ingresaban a México como originarios de la República Democrática de Congo, con la idea de que eso los protegería de un proceso de deportación.
Mayo fue el mes en el que empezaron a llegar diariamente a Baja California decenas de haitianos y africanos provenientes de Sudamérica, sobre todo de Brasil, y con el paso de los meses los grupos crecieron por centenares. En Tapachula, los agentes del INM les otorgaban documentos válidos durante 20 días.
En las primeras semanas los migrantes acudían a las garitas fronterizas y enseguida obtenían una entrevista con las autoridades migratorias de Estados Unidos.
Los haitianos no fueron deportados ante las pésimas condiciones económicas y políticas en su país, pero ante la inminente llegada de miles de ellos a Estados Unidos, el gobierno del expresidente Barack Obama reanudó las deportaciones a Haití el pasado 22 de septiembre, y de manera paralela las autoridades migratorias redujeron el número de entrevistas concedidas cada día. Eso provocó una crisis migratoria en las ciudades fronterizas de Baja California, que se convirtieron en embudos.
Y, aún más, desde que Trump ganó la presidencia estadunidense, el pasado 20 de noviembre, “no hay ningún haitiano que cruza la frontera”, afirma Metelus.
De acuerdo con sus cifras, las autoridades de Estados Unidos deportaron mil 800 haitianos desde el 22 de septiembre, y en los centros de detención migratoria se encuentran 4 mil 300 personas en espera de ser retornadas a la isla.
Si la situación no mejora en el país del norte, el activista anticipa que el gobierno mexicano también deportará a los migrantes a Haití, nación que sigue padeciendo los estragos de los desastres naturales –el terremoto de agosto de 2010 y el huracán Matthew, el pasado 4 de octubre– y la inestabilidad política.
“Los haitianos que llegarán a Tapachula serán ingresados a los centros de detención para ser deportados, pero ahí hay más de 60 mil que viven en campos de refugiados, y el 80% de la riqueza de Haití depende de la ayuda internacional”, finaliza

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